Aquellos que se negaron a ceñirse a las cada vez más exigentes demandas del nuevo Gobierno, insinuando tener pruebas de que los planes reales de los líderes mundiales distaban mucho de lo prometido, fueron inmediatamente sentenciados, pasando a ser perseguidos junto con toda su descendencia desde entonces. Son los denominados clanianos, puesto que se verán obligados a vivir en clanes ocultos en la naturaleza.

Es en uno de estos clanes escondidos donde dos jóvenes fantasiosos maduran la idea de crear un Diario en el que reunir la memoria de Ertélion, compendiando tanto las maravillas naturales y la biodiversidad de su mundo, como la cultura, la historia y las costumbres de su sociedad; un legado que tratarán de introducir en la próxima nave exploradora no tripulada que el Nuevo Orden lanzará al espacio, en una fecha ya conocida, en su eterna búsqueda de nuevos planetas habitables o terraformables. Esto garantizará que la memoria de su civilización no se pierda, al tiempo que servirá para que aquellos que lo recojan algún día (si es que hay alguien ahí fuera que pueda recogerlo) puedan aprender de los errores de la para entonces ya extinta civilización erteliana.

La idea llamará pronto la atención de una organización insurgente, que reclutará a los protagonistas al ver el Diario no sólo como un medio para  reunir pruebas con las que destapar las intrigas del Nuevo Orden (del que dicen que planea la evacuación planetaria sólo para unos pocos escogidos), sino como el símbolo visible de la recuperación de la libertad y el levantamiento del pueblo.

Así nacerán "los Guardianes" (un grupo conformado tanto por miembros capaces como por otros muy poco preparados), que iniciarán un largo y peligroso viaje a través del reino de Eiliren, recabando pruebas, buscando apoyos y siendo perseguidos día y noche por las fuerzas del orden en una batalla muy desigual, armados unos con primitivos arcos, fechas y espadas, y poseedores, los otros, de alta tecnología y un absoluto control de los medios de comunicación.